Historia

La cetrería, la ciencia, arte y deporte de cazar piezas silvestres en su entorno natural con aves de presa entrenadas, además de ser la más bella de las artes cinegéticas, también es cultura y conservación.
Quienes la practicamos, tenemos un genuino interés por la conservación de las aves de presa, y el uso racional, sostenible y sustentable de los recursos naturales renovables.
Hallazgos arqueológicos, sugieren que la cetrería tiene más de cinco mil años de antigüedad.
Se cree que se originó simultáneamente en Mesopotamia y el lejano oriente.
En Arabia, ya se practicaba ampliamente 3500 años antes de Cristo y desde entonces, ya tenemos pruebas de que los cetreros siempre hemos sido conservacionistas.
Los babilonios crearon reservas o cotos de caza, para tener donde practicarla.

El Corán incluye un verso relacionado con la cetrería que permite su práctica como método de caza, que ha perdurado hasta nuestros días como símbolo de la civilización, en esa región.

En los tiempos de Marco Polo, a través de la ruta de la seda, se extendió su práctica desde el lejano oriente por todo Asia y Europa hasta alcanzar las puertas de Viena.
La edad media fue la época de oro de la cetrería.
Aparecieron las primeras leyes de conservación ambiental. Por ejemplo; los francos establecieron una multa de tres sueldos para quien robara un azor. El emperador Carlo Magno estableció: Aquel que robe o mate un halcón útil para cazar las grullas, debe dar otro tan bueno y pagar seis dinares. Y quien robe huevos de azor pagará treinta maravedíes y si no los puede pagar que se le corte una mano.
En el siglo XIII, Federico II, el sabio más erudito de todos los tiempos era un cetrero cuya máxima de vida era: “Un día sin cetrería es un día perdido”. Él redactó, en colaboración de cetreros árabes y europeos, su libro “El Arte de Cazar con Aves”, en donde por primera vez en la historia se escribió un tratado de ornitología.
Posteriormente, en el Siglo XIV, la Jueza Eleonora D’Arborea, quien era amante de la cetrería, defensora y protectora de los azores y de los halcones, en 1392, promulgó la carta de Logu, considerada como una de las primeras constituciones políticas del mundo, en la que se incluían leyes que protegían a las aves de presa, con fuertes multas para quienes no las acataran y otorgó el derecho a practicar cetrería
En la misma época, aparecieron los primeros tratados de medicina para aves de presa como, “Beneficios de las Aves y Tratamiento Integral de sus Enfermedades,” obra del cetrero Adham bin Mahres Al Bahili, durante el reinado del cuarto califa de la dinastía abasí, Harún al-Rashid. Y el “Livro de Falcoaría” de, Pero Menino, a petición del Rey Don Fernando I de Portugal, gran aficionado a la cetrería.
Las aves de presa tuvieron un lugar muy destacado en las relaciones diplomáticas, llegando a tener tanto valor político que, eran los regalos más apreciados entre estados, reinos e imperios.
Todos los miembros de la realeza y de la nobleza querían verse inmortalizados en un cuadro con su ave en el puño, por lo que existen numerosas obras de arte, pinturas, esculturas, vitro mosaicos, grabados, tapices y joyas, que están expuestas en iglesias, palacios y museos de todo el mundo, dando fe de la importancia y grandeza de la cetrería.
Desde aquel entonces, los cetreros incluyeron en su vocabulario palabras propias para cetrería que hasta la fecha la sociedad sigue utilizando, aunque se desconozca su origen, como, por ejemplo; azorado, ralea y liar.
Gracias a los cetreros de la edad media, por primera vez en la historia se reguló con normas muy estrictas el comercio y venta de halcones, azores y otras aves de cetrería, por lo que se necesitaban licencias y permisos de captura, de embarque y transporte. Así mismo, las facturas debían ser claras y específicas.
La cetrería en América
Mientras tanto, los pueblos de esta, nuestra tierra, misma que ahora es nombrada Continente Americano, las aves de presa eran sumamente apreciadas y admiradas por su vuelo, valentía y poder de caza. Por lo que simbolizaban un gran poder y valor para las sociedades de Mesoamérica. Prueba irrefutable es la estirpe de los cuauhtecuhtli (guerreros águila) la que era comandada por el cuauhtlahto (el que habla como águila) quien fungía como jefe de armas.
No olvidemos que, de acuerdo con una de tantas versiones, una leyenda azteca cuenta que, en un lago se encontraría un islote, en el islote un peñón, sobre el peñón un nopal con tunas en flor y posada sobre el nopal, un águila devorando una serpiente. Escena representada en el actual escudo nacional de México y en donde el águila paró y su estampa dibujó; en el lienzo tricolor. Cuyo significado tiene un encanto muy singular, pues según el presagio de varios sacerdotes indígenas; la honra y la gloria de la gran Mēxíhco-Tenōchtítlān, jamás serán borradas.
Nuestra bandera fue reconocida, en julio de 2008, como la bandera más bella del mundo.
Tampoco olvidemos el nombre del último huey tlatoani; Cuauhtémoc, cuyo nombre quiere decir águila que cae. Significado que Amado Nervo inmortalizó en “La Raza de Bronce”, leyenda Heroica, pronunciada el 19 de julio de 1902 en la Cámara de Diputados, diciendo:
En nuestros cielos las águilas y yo fuimos gemelos: – ¡Soy Cuauhtémoc! Luchando sin desmayo caí… ¡porque Dios quiso que cayera! Mas caí como águila altanera.
El término; “altanera”, también forma parte del lenguaje cetrero y es una palabra más adoptada en nuestra cotidiana forma de hablar.
En España, la cetrería jugó un papel muy importante entre la realeza y la nobleza. Tanto que, cuando Cristóbal Colón arribó a las costas de La Española, cobró al pueblo taíno el primer impuesto para la corona de Castilla; dos cascabeles de cetrería rellenos con polvo de oro. Y cuando regresó de su primer viaje a suelos americanos, los reyes católicos, quienes practicaban cetrería, le encargaron a Colón, en 1493, los más halcones de allá se pudieran enviar.
Fernando de Aragón, el católico, fue otro de los monarcas que impuso multas y castigos muy severos a quienes cazaran con aves de presa sin su consentimiento. Aquel que practicara cetrería de manera furtiva, corría el riesgo de perder su libertad y su hacienda, además de su halcón.
En “La Verdadera Historia de la Conquista de la Nueva España”, Bernal Díaz del Castillo narra que, en su viaje a las Hibueras, Cortés incluyó en su séquito a tres halconeros; Perales, Garci Caro y Álvarez Montañez.
El primer mexica en practicar cetrería fue el noveno gran tlatoani Moctezuma II.
Tanto Francisco López de Gómara, en “Hispania Vitrix”, la primera parte de la “Historia General de las Indias”, como Francisco Cervantes de Salazar, en “Desde la Noche Triste al Sitio de Tenochtitlan”, exponen la afición de Moctezuma II por la altanería (una modalidad de cacería con halcones). La que practicó después de haber sido sometido por Cortés.
En “Herencia Medieval en México”, Luis Weckmann menciona a dos virreyes que cazaron con sus halcones en la Nueva España durante la época colonial. Ellos fueron Luis de Velasco “el viejo” y su hijo Luis de Velasco y Castilla. Como lo corroboró años después Juan Suárez de Peralta en unos de sus escritos.
En el siglo XX, para dar testimonio de la historia de la cetrería durante la época colonial, por su alto contenido político y social, Ramiro Romo dejó plasmado en las paredes del pasillo principal del Centro Deportivo Chapultepec su mural “Pasado, Presente y Futuro del Deporte en México”, en el que se aprecia un cetrero a caballo con un halcón encaperuzado sobre el puño izquierdo, como constancia del nacimiento de la cetrería en la Nueva España.
En 1940, Guillermo José Tapia fundó la primera Asociación Mexicana de Cetrería.
En 1964, el Sr. Roberto Behar, creó el primer Centro de Investigación y Conservación de Aves de Presa en México.
En la década de los 70, Nicolás Trillo publicó la primera obra seria sobre este deporte escrita por un mexicano. “La Cetrería, un Arte Desconocido en México”, redactada por Tulio Ortiz Uribe.
En la década de los 80, se fundó la segunda Asociación Mexicana de Cetrería, donde se formaron la mayoría de los halconeros veteranos de la cetrería contemporánea.
En la misma década, nacieron las primeras aves de presa en cautiverio en México; una aguililla de Harris y un halcón peregrino, criados en las cámaras de reproducción de los hermanos Zurita.
En 1993, los cetreros mexicanos llevaron a cabo acciones en SEDUE para la correcta regularización de la cetrería en México. Y en 1997 lo volvieron intentar en SEMARNAT, Sin embargo, en ambos casos dichas iniciativas se vieron truncadas.
Desde entonces, veterinarios, biólogos, conservacionistas y halconeros mexicanos han publicado artículos, revistas completas y hasta un manual básico de cetrería, no sólo en México sino en el mundo entero y han participado en conferencias y exposiciones internacionales, tanto en México como en el extranjero.
Literatura
Desde las primeras obras de la literatura española, las aves de presa estuvieron presentes. Tal es el caso de “El Poema de Mío Cid”, libro en que las rapaces juegan un papel importante, tanto en la historia, como en la vida personal de don Rodrigo Díaz de Vivar.
En el siglo XIII, el rey don Alfonso X, el sabio, dentro de su extensa colección de libros se encontraba el manuscrito de “El Libro de los Animales que Cazan”, el primer tratado cinegético en castellano del que se tiene noticia.
Los antiguos tratados españoles de cetrería del infante don Juan Manuel y del canciller Pero López de Ayala, son el comienzo del gran legado literario de la cetrería española. A los que le siguieron muchos otros textos hasta nuestros días. Todas estas obras se encuentran en el Archivo Iberoamericano de Cetrería, en la Universidad de Valladolid, España.
Esta pequeña reseña histórica nos demuestra que desde siempre el amor y respeto de los cetreros por las aves de presa nos ha comprometido a protegerlas. Resulta imposible enumerar, aquí, las grandes obras artísticas, literarias y científicas escritas por cetreros desde sus inicios hasta la fecha.
Existen muchas asociaciones y ONG en todo el mundo que apoyan y protegen a la cetrería, entre las que destacan; la Asociación Internacional de Halconería y Conservación de las Aves de Presa (IAF), que juega un papel muy importante en el Comité Cultural Inmaterial de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y, además, es miembro activo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Los cetreros no sólo practicamos un deporte, sino que, además, estamos practicando la conservación de la vida silvestre y la preservación de un arte que, desde el 16 de noviembre de 2010, está incluido en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad, por la UNESCO.

¡Cetrería es Cultura y Conservación!

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